¿REVIVEN LAS GUARIMBAS? Comenzaron en San Cristobal y el este de Caracas por las captahuellas

El lunes 25 de agosto, meses después que las guarimbas se disolvieran, en San Cristobal, en la fronteriza Táchira, un grupo de personas trancó calles, formó barricadas y atacó a la policía. En horas de la tarde, en Caracas, más exactamente en el Este -Chacao, Santa Fe- pequeños grupos pretendieron hacer lo mismo hasta que las fuerzas del orden los dispersaron.

Si recordamos un poquito, ambos episodios tuvieron un móvil puntual, más allá de la sistemática guerra de cuarta generación que se lleva contra el país que tiene las mayores reservas de petróleo, y fue la lucha contra los bachaqueros, contrabandistas y acaparadores de alimentos.

Fue un 28 de enero del 2014 cuando bandas de bachaqueros trancaron el puente fronterizo en el Zulia. Similares hechos se reprodujeron en el Táchira. A partir de allí se inició una vorágine de violencia que enlutó muchos hogares criollos y ocasionó millones de pérdidas.

Lo otro, “lo de la crisis económica, la falta de libertad, la violación de los derechos humanos, la cubanización” y toda retahíla de pretextos que esgrimió la oposición radical, son eufemismos, el problema real es que atacando el problema del contrabando, interno y externo, se empieza a resolver el problema del desabastecimiento que genera mucha malestar entre la población.

Hay elementos que debemos tener en cuenta para comentar esa locura. Por un lado, dos representantes del “sifrinaje” político en vías de extinción, María Corina Machado y Leopoldo López, cuyas características personales - arrogancia, desprecio por quienes no pertenecen a las élites sociales y económicas, poco respeto por la vida de los demás y una ambición fuera de control, que los hace pensar que pueden ser presidentes del país con o sin proceso electoral- los llevó a pretender la salida del presidente Maduro.

Un Maduro que había sido relegitimado semanas atrás en el plebiscito que ellos plantearon el 8 de diciembre. Un jefe de Estado que fue reconocido por dirigentes opositores, gobernadores, alcaldes, dirigentes empresariales en Miraflores.

¿A quién se le ocurre pretender derrocar a un presidente cuyo partido había ganado ampliamente las elecciones municipales; que terminó el año con un repunte en su popularidad y ya tomaba decisiones para enderezar la economía? Como dijimos, a los representantes del sifrinaje político.

Y es que al momento de hacer cálculos políticos nuevamente se equivocaron. Jugaron a exacerbar el descontento, a que el pueblo se desborde y con el respaldo mediático trasnacional, más los mercenarios que trajeron al país, imponer un gobierno antichavista.

Los cerros no se desbordan
El problema para ellos es que lo cerros no se desbordaron, por el contrario, repudiaron las guarimbas, los muertos, la mayoría pertenecientes a los sectores populares, como el motorizado que fue degollado por una guaya colocada en el este caraqueño.

Durante esas semanas brotó lo peor de la naturaleza fascista. Los insultos racistas y clasistas afloraron, sus odios estimulados desde los medos de comunicación, no este año, sino desde que Hugo Chávez asumió la presidencia, se hicieron más visibles.

Lógicamente, el pueblo, los chavistas, se aglutinaron en torno a su liderazgo. Ante la amenaza de aquellas personas que los odiaban por el solo hecho de ser chavistas, de tener la piel más oscura, de vivir en barrios, de no vivir en el este, de no soñar con Miami, de bailar salsa y tambores, de ser solidarios con otros pueblos, de repudiar las agresiones gringas, de protestar ante los abusos de los poderosos, los seguidores de Chávez se rejuntaron.

Ese odio fascista se volcó contra sus mismos vecinos que se hartaron de tanto humo y tanta basura en sus urbanizaciones, de verse secuestrados por unos locos enfermizos que rumiaban su sórdida soledad.

El sifrinaje político, en sus errores de cálculo, creyeron que el gobierno no actuaría con firmeza ante los desmanes. Se equivocaron. Allí está López preso, desdeñado por sus antiguos aliados políticos. El mismo Ramón José Medina, en un arranque de sinceridad, dijo que la MUD no tenía planes para ver por la liberación de López porque el mismo había buscado su presidio. Otro grupo de violentos también está rindiendo cuentas a la justicia, así que quienes intenten otra aventura de esa naturaleza ya sabe que pagarán.

La mafias sufren
Entonces ¿qué pretenden los que intentaron ayer guarimbas en San Cristobal y el este caraqueño?
Si las medidas que tomadas por el gobierno - captahuellas, control de fronteras, seguimiento a las distribuidoras de alimentos, vigilancia al comercio informal- funcionan, el futuro de la diezmada oposición será muy malo. Ellos existen, no porque tengan un proyecto de país, sino de las fallas en el gobierno, si el descontento es mínimo no tienen vida.

El próximo año hay elecciones parlamentarias, y ya está visto que la mayor parte de los partidos se alistan para ello. La posibilidad de una constituyente se les hace muy lejana, sobre todo por las inocultables discrepancias entre ellos. Pero, ese es un escenario para el próximo año. 

En el presente, quienes sufren con las medidas del gobierno son las mafias del contrabando, desde los financistas hasta el buhonero que vende a seis o siete veces más el azúcar, la leche, el café, la harina de maíz, pasando por quienes se llevan a Colombia los alimentos, productos de aseo y hasta medicinas.

Que la gente no se sienta burlada
Son mafias con mucho dinero y ramificaciones en todos los estratos de la sociedad, incluyendo cómplices en los aparatos de seguridad e instituciones como Mercal, Pdval, según se ha referido.

¿Revivirán las guarimbas, ahora con el pretexto de que no hay comida, que no deben aceptarse los captahuellas porque eso es una humillación y otro paso más hacia la “cubanización”, que no debe aceptarse el cierre de la frontera, como decían en el Táchira? Difícil. Aunque quizá se den algunos estertores violentos aislados.

El reto para el gobierno es que pronto se normalice el abastecimiento de alimentos, medicinas, productos de aseo; que las medidas que se vienen tomando no sean sólo por unas semanas, sino que sean permanentes. El otro reto es poner a producir el campo, las industrias y desterrar la impunidad; que quienes contrabandeen y acaparen paguen, que la gente no se sienta burlada.

Créditos: Eduardo Cornejo De Acosta para La Redoma

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